Hace tiempo vi en una tienda de productos de repostería ojos de azúcar confeccionados. Me llamaron tanto la atención que, al comprobar que eran carísimos (pinchad aquí), decidí hacerlos yo en casa. La verdad es que no pueden ser más sencillos y, como siempre digo: «Con las herramientas adecuadas y un poco de práctica, las cosas salen...» Ya veréis.
NECESITAREMOS:
- Un botecito de repostería (mirad la foto): Yo lo compré en una tienda china y son super cómodos para pintar con glasa. Además, vienen con un tapón que resulta muy cómodo. En su defecto, podéis utilizar una manga pastelera hecha con papel de hornear, como veis en el siguiente enlace.
- Papel de hornear para poder ir haciendo los puntitos blancos.
- Colorante alimentario negro.
- Un pincel finito o un palillo, para hacer las pupilas.
INGREDIENTES:
- 15 g de clara de huevo.
- 50 g de azúcar glas, o un poquito más, según veáis la consistencia de la glasa, ya que debe de quedar una forma con volumen.
PROCEDIMIENTO:
- Batimos la clara de huevo con el azúcar glas con ayuda de una varilla (yo la uso eléctrica), hasta que no notemos el azúcar. Comprobamos la consistencia antes de pasar la mezcla al botecito o a la manga pastelera.
- Cubrimos una bandeja con papel de hornear y la fijamos a la misma con unos puntos de glasa para que quede tensa y no se mueva.
- Hacemos puntitos de distintos tamaños, si no sabemos el uso que le vamos a dar. Os recomiendo no hacerlos demasiado pequeños. En la siguiente foto podéis ver algunas aplicaciones:
- Dejamos secar un poco, antes de pintar las pupilas.
- Las pupilas las podemos hacer pintadas directamente con colorante negro, con un rotulador alimentario, o coloreando un poquito de glasa con el colorante negro. Ésta última opción queda chula porque deja algo de volumen en el resultado: Como necesitaremos muy poca glasa para las pupilas, yo cojo restos (muy poca cantidad) que quedan en el bote y los paso al tapón para añadir el colorante necesario, y apoyo el tapón invertido en hueco del botecito.
- Dejamos secar bien varias horas, despegamos los ojitos y los guardamos en un bote hermético para que no cojan humedad.
Por cierto, estos ojitos son como una nube que se deshace en la boca y no aportan prácticamente dulzor añadido a la elaboración, cosa que os sorprenderá.
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